Durante este tiempo de cuarentena, o confinamiento, en España y algunos otros países, los balcones se han convertido en un escenario donde podemos conectar, aunque a distancia, con nuestros vecinos, nuestra comunidad. Además de los aplausos al personal sanitario, hay momentos espontáneos que traen alegría y distracción en medio de la tensión e incertidumbre que nos acompaña en esta primavera tan atípica.
Donde vivo yo no tenemos balcones, pero sí nos asomamos a las ventanas. Hay vecinos que tienen ventanas que dan a la calle, justo donde se encuentra el Samur y la Policía Nacional. Para el resto, aplaudimos hacia el patio interior. Puede parecer que nos estamos aplaudiendo a nosotros mismos, pero estoy segura de que se oye desde la calle. Además, nos ofrece la oportunidad de vernos las caras a los vecinos y asegurar que todos estamos bien. O casi todos, porque también ha habido pérdidas de familiares por esta tragedia que estamos viviendo.
El patio donde solíamos ver a los niños jugar, los abuelos sentados en los bancos, los vecinos charlando, el conserje trabajando; ahora, la mayor parte del día, está vacío, desierto.
Pero a dos vecinas, dos hermanas, se les ocurrió una genial idea: ¿Por qué no ofrecer a los vecinos un pequeño concierto en el patio? No habría problema de distancia social, porque los vecinos estarían en sus casas y ellas, que conviven, abajo en el patio. Y así lo hicieron, en dos ocasiones. Y es que las dos son unas virtuosas. Verónica toca el violín y Diana el chelo.
Su repertorio es muy variado. En el primer concierto, tocaron Viva la vida de Coldplay, Wake me Up de Avicii, Despacito, y Smooth Criminal de Michael Jackson. Fue todo un éxito y a los vecinos nos encantó. Verónica nos cuenta cómo surgió la idea:
«Inicialmente la idea fue para entretenernos nosotras en casa, y además alegrar un poco a la urbanización. Estando papá en el hospital, aunque fuera inconscientemente, también nos valió para distraernos».
El padre de Verónica y Diana tuvo el virus y estuvo bastante mal, ingresado dos semanas en el Ramón y Cajal y luego en aislamiento en su casa, hasta que por fin el test le salió negativo. Ahora está completamente recuperado.
Las chicas prepararon varias piezas para ofrecer un segundo concierto: Piratas del Caribe, Don’t Stop me Now de Queen y Juego de Tronos. Pero se enfermó otro miembro de la familia, y esta vez con un fatal desenlace. Continúa Verónica:
«El segundo concierto pensábamos hacerlo a la semana siguiente, pero justo murió la abuela y no teníamos fuerzas para ello. Durante la semana siguiente nos escribió algún vecino diciendo que saliéramos a tocar, que estaba decayendo mucho el ánimo en la urbanización, y al avisar en uno de los grupos de WhatsApp de que íbamos a hacer un segundo concierto (y grabarlo también en Direct de Instagram), uno de los amigos nos escribió por privado para pedirnos algún tema que se tocara en funerales para dedicárselo a su abuela, que recién había pasado a mejor vida.

«Fue entonces cuando pensamos en preparar algo para dedicar a la abuela nuestra, y a todos los que habían caído también, aunque en vez de elegir algo que se suela tocar en funerales preferimos algo más esperanzador: El Cisne de Saint-Saëns. Mi hermana lo tenía preparado, era bonito y conmovedor, y representa algo tan simbólico como el cambio de un cisne a lo largo de su vida. Nos pareció ideal para la ocasión».

El concierto fue muy emotivo, sobre todo cuando tocaron la pieza dedicada a su abuela y a los demás familiares y amigos que hemos perdido en este tiempo. No cabe duda que estamos pasando por una primavera difícil y trágica, pero hay momentos cuando ves un destello de luz, un brillo de esperanza, y estos conciertos han sido así. Gracias Vero y Diana por poner vuestros dotes musicales al servicio de la comunidad de vecinos.