Emanuel, Dios con nosotros

El tiempo de adviento siempre me ha parecido muy bonito. Un tiempo de recogimiento, de espera y el deseo de que llegue ya la Navidad. En los últimos años he tomado este tiempo para intentar enfocarme en el verdadero sentido de la Navidad. Por muchos años decía que no me gustaban estas fiestas, pero a través de estos tiempos de reflexión año tras año durante el adviento, me he dado cuenta que lo que no me gustaba era la comercialización de la Navidad, los excesos, el enfoque en querer más y más, a menudo ignorando a los que realmente necesitaban el calor de un hogar, la compañía o, porque no, un regalo. También, como creyente, me parecía que cada vez más se olvidaba la razón central de estas fechas: la celebración del nacimiento de Jesús.

¿Qué es el adviento?

Photo by Nubia Navarro (nubikini) on Pexels.com

El término «adviento» procede del latín adventus y significa “ven”. Nos recuerda una de las oraciones más antiguas en arameo, el idioma de Jesús: Maranata, que se traduce como «Ven, Señor Jesús» en Apocalipsis 22:20 y como «El Señor viene» en 1 Corintios 16:22. Así que este tiempo de adviento, estas cuatro semanas antes de la Navidad, debe ser un tiempo de espera, de deseo y anhelo, invitando a Cristo a venir una vez más a nuestras vidas.

La llegada de Jesús como niño fue anunciado mucho antes por los profetas, como leemos en el libro de Isaías en el capítulo 7:

«Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel».

Isaías 7:14

Emanuel, que significa Dios con nosotros. Dios ya vino a nosotros con el nacimiento de Jesús como hombre. Dios con nosotros, en nuestro día a día. No está lejos de nosotros. Él es un Dios cercano que se preocupa por nosotros; está interesado en nuestra vida, lo que pensamos, sentimos y experimentamos. Está a nuestro lado tanto en nuestros gozos como en nuestras tristezas.

La encarnación. Se acerca a nosotros

Foto de Цвета Тишины en Pexels

El nacimiento de Jesús formó parte del gran plan de Dios. Vino como un bebé. Indefenso, dependiente, pequeño. Este es uno de los grandes misterios del cristianismo. La anunciación a María y la encarnación, el Verbo hecho carne. El Dios del Universo que viene a la Tierra como un bebé para vivir como hombre, siendo Dios.

Greyson-Joralem en Unsplash

Tal vez de haber escuchado esta historia tantas veces, lo vemos un poco como un cuento de hadas. Pero paramos a pensar en ella como un hecho histórico: no solo fue concebido por el Espíritu Santo en el vientre de María, sino que pasó nueve meses allí, formándose como ser humano. ¿Cómo sería para ella ese embarazo? Luego, su nacimiento se produjo en un lugar incómodo, inhóspito. Nada de clínicas ni médicos. Sin embargo, fue un nacimiento celebrado por ángeles. Desde el primero momento empezó a turbar el mundo. Algunos se maravillaron. Otros querían matarlo, le vieron como una amenaza.

¿Por qué vino Jesús a la Tierra como hombre?

Otro pasaje del Antiguo Testamento nos ayuda a entenderlo:

«Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto».

Isaías 9:6-7 (RVR1960)

Es un pasaje muy conocido, pero tal vez se entienda mejor en una traducción más moderna. La Nueva Traducción Viviente dice así:

«el gobierno descansará sobre sus hombros, y será llamado:
Consejero Maravilloso, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz.
Su gobierno y la paz nunca tendrán fin.
Reinará con imparcialidad y justicia ….. por toda la eternidad».

Isaías 9:6-7 (NTV)

Este pasaje habla de gobierno, de autoridad, de justicia e imparcialidad. Habla de una paz que nunca tendrá fin. ¡Realmente son buenas noticias! De lo que está hablando es el reino de Dios y Jesús vino para establecerlo en la Tierra.

El vino para la redención

Aaron Burdon en Unsplash

Uno de los principales objetivos de Jesús al venir a la Tierra, era buscar la reconciliación de la humanidad con Dios. Vino para restaurar lo que se había roto y lo que se había perdido en el jardín del Edén. El deseo de Dios desde siempre ha sido tener una relación íntima con cada uno de nosotros. Una relación de amor, de un Padre con los hijos que ama.

Así que vino para perdonarnos de nuestros pecados y para ello tuvo que ofrecerse a sí mismo como sacrificio en la cruz.

La cruz es central a nuestra fe. Sin cruz, sin resurrección, no hay cristianismo. Y, sin embargo, es solo el comienzo de la vida cristiana. Todos empezamos allí y volvemos allí a menudo, pero nuestra fe se trata de mucho más que la salvación.

El deseo de Dios es que nos parecemos cada vez más a Cristo. Que nuestros deseos, nuestros pensamientos y por consiguiente nuestro comportamiento, sean como Cristo. Esto es el discipulado: imitando a Cristo, nuestro Maestro. Y es un viaje que dura toda la vida.

Él desea que vivamos de tal manera que cada día estemos anunciando a Cristo y así trayendo su reino a la Tierra. Quiere que todos lo conozcan, y desea hacer esa labor a través de sus hijos.

Ahora viene como Rey

Roma Kaiuk en Unsplash

En Navidad solemos enfocarnos en Jesús como niño. Vino como un niño, y como ya mencionamos arriba, es un hecho histórico. Ocurrió en un momento determinado, y no volverá a suceder.

Como cristianos creemos que Él vive, resucitó de la muerte y vive para siempre. Pero ¿cómo es Jesús ahora?

Él es majestuoso, santo, Señor de señores. Es poderoso, omnipotente, omnipresente, omnisciente. No hay nadie como Él.

El pasaje que encontramos en Apocalipsis 19:11-16 nos describe a Jesús en la Segunda Venida. Para mí, este Jesús se parece mucho más a como está Jesús ahora que el niño en el pesebre:

«Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es:

EL VERBO DE DIOS. 

Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre:

REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES».

Apocalipsis 19:11-16

¿Cuál es nuestra reacción cuando le vemos así?

Jon Tyson en Unsplash

Para mí, este pasaje produce asombro, reverencia, temor de Dios. Me induce a postrarme ante Él, pedir misericordia y perdón, de despojarme de mi misma y solo centrarme en Él y lo que Él desea.

Pero al mismo tiempo, produce confianza, porque le conozco y sé que me ama, me recibe y me perdona.

No obstante, es evidente a través de este pasaje que viene como Rey, como Señor. Y cuando llega una eminencia, hacemos lugar para él. Abrimos paso. No bloqueamos su camino, sino que nos apartamos para que Él entre y haga lo que desea hacer.

Hacer un lugar para Jesús

Mi pregunta en estas Navidades, para mí misma y para ti es la siguiente:

¿Estamos haciendo un lugar para Jesús?

¿Qué lugar tiene en tu vida? ¿En tu corazón?

¿Cuánto de tu tiempo le dedicas en tu día a día?

Es hora de verle como Él es y no como a menudo es representado. Ya no viene como un bebé en el pesebre. Eso es historia. Una historia real, que ocurrió y que tuvo sus protagonistas. Pero ya pertenece al pasado.

Pero en el Kairos de Dios, en este tiempo ahora, ¿cómo quiere venir Jesús? ¿En el 2022?

Viene como Rey y pide de nosotros santidad

Creo que quiere venir a nuestras vidas como Rey y como Señor. A veces podemos tener demasiada familiaridad con Él. Hay una manera de acercarnos a Él. No se trata de los sacrificios y las ofrendas del Antiguo Testamento; vivimos bajo la gracia. No obstante, sí que hay formas y maneras. El Salmo 24 nos recuerda que solo el puro de corazón y de manos limpias podrá ver a Dios. Eso nos habla de la santidad.

Al acercarnos al final del año, es una buena oportunidad de parar y examinar nuestro corazón. Tal vez llevamos años como creyentes, tal vez es algo nuevo. Pero todos podemos pedirle y permitirle a Dios que examine nuestro corazón, dado que el corazón humano es experto en engañarnos.

Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón;

Pruébame y conoce mis pensamientos;

Y ve si hay en mí camino de perversidad,

Y guíame en el camino eterno.

Salmo 139:23-24

Preparémonos para su visitación

Jackson David en Unsplash

Creo que Dios quiere visitar a España, a Europa, de una manera que nunca lo ha hecho en el pasado. Será maravilloso, pero a la vez temible. Debemos estar preparados para su visitación, tanto como individuos como Iglesia. No hemos pasado por aquí antes, y si queremos que Dios haga maravillas entre nosotros, debemos santificarnos.

¿Deseamos la presencia de Dios? ¿Queremos seguir su presencia? ¿Queremos santificarnos para ir en pos de Él? En el Antiguo Testamento, el arca representa la presencia de Dios y hay una historia de alguien que quiso tocar el arca y murió (Uza, en 2 Samuel 6). La presencia de Dios atrae, pero también asusta.

A veces pienso que si Dios solo bajara e hiciera más milagros, todos creerían en Él. Pero no todo el mundo quiere ver cosas sobrenaturales y no todos quieren su presencia. Tampoco en los días de Jesús en la Tierra. Él hizo milagros y conspiraron para matarlo.

El ha prometido avivamiento. ¿El cuerpo de Cristo en España está preparado para ello? ¿Lo estoy yo? El avivamiento puede ser desorganizado, sorprendente, raro; cultos que no terminan a su hora, o simplemente no terminan. La presencia de Dios irrumpiendo en los supermercados. Milagros ocurriendo en los colegios. Y puede que nos ofenda, porque no será como hemos pensado. Y no podremos contenerlo. Desbordará los límites de lo razonable. Los testimonios de lo que Dios ha hecho serán tantos que no podremos contarlos…

No sabemos cómo será el 2022. Pero sabemos que él quiere venir de una manera poderosa. ¿Haremos un lugar para Él? ¿Para qué haga lo que Él quiere y cómo quiere? Aunque no se parezca a nada que haya visto antes; aunque las cosas no sean como a mí me gustan. Aunque ofenda mi manera de pensar y mi percepción de cómo deben ser las cosas.

Él no se conforma a mí.

Me pide a mí que me conforme a Él.

Qué sea cómo Él.

Ya no viene como un bebé sino como un Rey, y quiere ser Señor de cada parte de nuestra vida.

One Comment Add yours

  1. Antonieta Bazo says:

    Gracias Karen! Precioso post ❤

    El jue., 23 dic. 2021 0:55, Karen Chambers escribió:

    > Karen’s Scribbles posted: ” El tiempo de adviento siempre me ha parecido > muy bonito. Un tiempo de recogimiento, de espera y el deseo de que llegue > ya la Navidad. En los últimos años he tomado este tiempo para intentar > enfocarme en el verdadero sentido de la Navidad. Por muchos años” >

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